Me voy a lanzar a dar mi visión del álbum predilecto de Hergé, un álbum que con el tiempo he ido apreciando más y más y creo que lo voy a poner entre mis cinco primeros desplazando a otro que hasta ahora había estado entre ellos (no voy a decir cuál)
Tintín en el Tíbet es indiscutiblemente uno de los mejores álbumes de la serie (y esta afirmación puede parecer muy absoluta, lo sé, pero es que lo de este cómic es demasiado)... Es el cómic blanco, y no simplemente por el aspecto gráfico, sino por que si entendemos el blanco como el color de la pureza, este es a mis ojos el álbum más puro de la colección. También creo que sería a igual que
Las joyas de la Castafiore un final muy lógico para la colección. ¡Qué mejor final que una obra en la que no hay malos, en donde valores como la fe, la amistad abnegada y el sacrificio mutuo son los pilares que sustentan la obra! La seriedad del álbum hace que los Dupondt no tengan cabida en él, incluso Tornasol queda reducido a un pequeño papel secundario (muy divertido, por cierto). En
Tintín en el Tíbet Tintín y Haddock emprenden un viaje de purificación interna en pos de una buena causa, de salvar una vida humana en peligro... Y en ese camino de purificación del alma atraviesan un desierto blanco, un blanco inmaculado, que a mí, cuando leí hace dos días este cómic, me inspiró paz y pureza, elementos reinantes en este cómic. Por estas características lo veo como un magnífico broche final de la serie de Tintín, y en mi modesta opinión (y con permiso de Scardanelli) Hergé, después de éste no volvió a hacer ningún cómic de una calidad equiparable a la aventura tibetana.
Que
Las joyas de la Castafiore sea un excelente final no lo pongo en duda, pero yo creo que para nuestro héroe, su mejor final no sería una comedia doméstica, sino un viaje para salvar a un amigo que, muchos años atrás, le salvó la vida a nuestro héroe cuando estaba a punto de ser decapitado... Un álbum serio como este del Tíbet sería la aventura que culminaría la vida de Tintín, su mayor logro, un logro más loable y digno de admiración que ir a la Luna, porque este logro es jugarse la vida para salvar la de alguien que, según todo pronóstico, ya está muerto. También creo que con este cómic finaliza una etapa de las aventuras de Tintín, y con la obra posterior,
Las joyas de la Castafiore , se inicia la etapa experimental de la serie.
Dije antes que los valores que sustentan la aventura son la fe, la amistad pura y el sacrificio. Tintín tiene la fe de encontrar vivo a su amigo puro, Tchang, sacrificando su vida en ello y sin amedrentarse ante las dificultades. Pero no nos olvidemos de Haddock, mi personaje favorito, y el que más humano me parece de todos. Haddock tiene una fe enorme en Tintín, y la amistad que tiene con éste está demostrada con creces, hasta el punto de sacrificarse para salvar a su compañero... Incluso creo que es Haddock quien más se sacrifica en esta aventura, puesto que renuncia a todas sus comodidades, incluso está dispuesto a renunciar a su vida por Tintín, lo sacrifica todo en contribuir al rescate de alguien a quien no conoce, de ayudar a Tintín, su mejor amigo y la persona que lo salvó de la autodestrucción producida por el alcohol. En definitiva, esta aventura es un verdadero relato sobre la amistad entre seres puros.
Y el viaje al Tíbet.... ¿y si en realidad fuese un viaje a los más remotos confines del alma? Tal vez sea más un viaje interior que otra cosa, un viaje iniciático, o el viaje al Paraíso..... ¿? Seré yo, que soy un místico. Lo que tengo claro es que este es un cómic muy poético y emotivo... A todo aquel que no ha leído nunca un cómic de Tintín y que tilda al reportero belga de racista u otras tonterías le recomendaría que se leyera este cómic, se le vendrían abajo todos sus pobres argumentos. Es un viaje poético, con un final hermoso, me refiero a la última página, que es verdaderamente maravillosa... El yeti, ese yeti también es un alma pura, un ser condenado a vivir solo toda su vida. ¡Qué pena me dio el yeti cuando lo vi oculto tras esa piedra observando cómo su único compañero se iba! Es curioso la tendencia de tratar como malo todo lo que es distinto. Me gustó mucho que Hergé no retratara al yeti de un modo tópico, me recordó al gorila gigante que sale en
La isla negra.
Resumiendo, este álbum es una obra maestra, para mí es como una vuelta a
El loto azul en muchos sentidos, me refiero en lo que a sentimientos se refiere.