"Contrabando de lujo"... historia apocrifa

¿Quieres hablar de algo que no tiene lugar en el resto de foros de Tintin? Aquí puedes.

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Tornasola
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Re: Buff, me he desvelao

Post by Tornasola » 01 Feb 2011, 11:24

¡¡Bergamotte!! ¿Dónde estás?

Buen homenaje a Bellier, ¡se lo merece!

Saludos

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Miguel
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Re: Buff, me he desvelao

Post by Miguel » 01 Feb 2011, 21:03

Bien , bien, ya has llamado patra reservar un espacio en el Especial ¡Mil Rayos! de Primavera?

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zafiret
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Re: Buff, me he desvelao

Post by zafiret » 01 Feb 2011, 22:37

¿Y Tintín? ¿Qué sabemos de Tintín?

-Ha desaparecido. Nos pidió que le diéramos a él por muerto en lugar de a Alain y se fue. Decidimos tergiversar los hechos para que pareciera que la emboscada había surtido efecto. Debíamos ser muy convincentes para maquillar la muerte de este pobre chico como si hubiese sido Tintín, pues él era el verdadero objetivo.

-La muerte de Alain Boullu ha sido una desgracia.

-Yo aún diría más, ha sido una enorme desgracia.

El teniente Bellier posó su mirada en los detectives, resopló, tomo aire y prosiguió la conversación.

-Por dónde íbamos… Ah, sí… la cuestión era no levantar sospechas y resultar convincentes. Si usted se lo creía, los que dieron la orden también lo harían. Filtramos la noticia a la prensa, pero con los rasgos de Tintín y aportando el testimonio de un falso vigilante portuario. El resto ya lo conoce.

-Pero… ¿por qué tenía tanto interés Tintín en este caso? ¡Mil rayos!, no comprendo nada…

-Déjeme que le explique el caso desde el principio. Nos remontamos a hace tres meses. Tintín investigaba a un grupo de ladrones que se dedican a robar vehículos de lujo para luego sacarlos de los países de origen y venderlos en el mercado negro de los países ricos árabes y sudamericanos. Capitaneados por un viejo conocido de ustedes, Allan Thompson, esta banda de criminales controlan a los propietarios, vigilan sus costumbres, sus cotidianidades… Saben qué hacer en qué momento, sin errores, sin improvisaciones.

-Rayos y truenos, esa sabandija de Allan Thompson. No andará lejos ese batracio de Rastapopoulos…

-Eso es precisamente lo que piensa Tintín, que Rastapopoulos está detrás de todo esto. Y es por ello por lo que decidió dedicarse en cuerpo y alma a este caso. Bien sabe usted las veces que Rastapopoulos y Tintín se han encontrado y las ganas que tiene de meterlo entre rejas. Pero lo cierto es que en este momento tenemos identificados a algunos de los principales miembros de esta red criminal, como Basil Bazaroff, el coronel Sponsz, Allan Thompson o Gibbons… pero ni rastro de Rastapopoulos.

-Yo todavía diría más, ni el más mínimo rastro de Rastapopoulos.

-Permítanme continuar, detectives. Los vehículos que roban, principalmente automóviles y en menor medida motocicletas, son sustraídos de las casas particulares de sus legítimos dueños y camuflados en el acto. Esperan un tiempo prudente para sacarlos del país, durante el cual se preocupan de cambiarles las placas de matrícula, cambiarles el color e incluso retapizarlos. Después les dan salida por carretera o por mar para llevarlos a sus destinos. Bélgica, Francia, Italia, España y Portugal son los países cuyas policías trabajan conjuntamente para desarticular esta red de ladrones. Tintín y yo nos habíamos entrevistado con el inspector Jacques Clouseau, con el carabinieri Bruno Capicci, con el comisario Paco Miranda y con el inspector Joao Gonçalves. Todos pusieron a su disposición los medios que fueran necesarios para acabar con este entramado delincuente.

-¿Y Alguien me puede explicar qué demonios pinto yo en todo esto? ¡Rayos y truenos! Un asunto a tan gran escala internacional no es patio de baile para unos aficionados como Tintín, Alain Boullu o yo mismo… ¿Se piensan que estoy loco?

-Ayer, cuando Tintín se repuso del trance que supuso para él la muerte de su joven aprendiz, me dijo: “Basta de esperarlos, hay que ir a por ellos. Denme oficialmente por muerto a los ojos de todos. Hágale llegar esto al capitán Haddock del Chateau de Moulinsart, él sabrá lo que hacer”. Sin dar más explicaciones se subió las solapas de su gabardina y empezó a correr, perdiéndose en la oscuridad.

El teniente Bellier le dio al capitán una hojita de libreta con una sola palabra, una fecha y una hora: Trenxcoatl, 12/5, 10 AM.

-¡Mil rayos! Bueno, viejo lobo de mar… de nuevo toca pasar a la acción…
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Re: Buff, me he desvelao

Post by DennysTitto » 01 Feb 2011, 22:44

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¡Ola Pedro!

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Re: Buff, me he desvelao

Post by Scardanelli » 01 Feb 2011, 23:30

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¡MÁS! ¡MÁS! EL PUEBLO QUEREMOS MÁS!!!!!! :toctoc:
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Re: Buff, me he desvelao

Post by Bigtwin1000 » 02 Feb 2011, 00:47

ahora hay que esperar un poco para que vuelvas a desvelarte... ¿tu duermes la siesta... no? :mrgreen: :pelota: :pelota: :pelota:

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Re: Buff, me he desvelao

Post by zafiret » 02 Feb 2011, 15:07

El autobús se detuvo a escasos cincuenta metros del palacio presidencial, en San Theodoros. Una manada de gente descendió por las dos puertas del destartalado vehículo con un rumor silencioso, como si de una marabunta de hormigas se tratara. Tintín bajó el último, con una pequeña maleta en la mano, seguido de su inseparable Milú. No iba disfrazado, pero tampoco llevaba su indumentaria habitual por lo que pasaba casi desapercibido, más si cabe con ese ridículo sombrero de paja que había comprado en el aeropuerto y que lucía sin rubor.

Cruzó la calle y una vez a salvo en la acera se estiró para desentumecer los músculos algo enquilosados por el largo viaje desde el aeropuerto. Miró su reloj. 25 de abril, 10 AM. Tenía tiempo suficiente.

Echó una ojeada general a la ciudad. San Theodoros, Alcazarópolis ahora, no había cambiado mucho desde la última vez que habían estado allí. La zona de la capital era algo más moderna que el resto, aunque parecía anclada en otra época, pero la periferia seguía siendo un antro de pobreza y miseria. Los militares de Sponz que antaño paseaban por las calles simplemente habían sustituido sus uniformes por los de Alcázar. Tintín se preguntaba si el golpe de estado habría sido simplemente el paso de un tirano a un guerrillero, de Sponz a Alcázar. En el fondo no habían cambiado demasiado las cosas. A lo lejos, el rumor de la gente y los coches se veía a menudo interrumpida por algún que otro disparo. Sin duda, Alcazarópolis no era una ciudad segura.
Se dirigió a una pequeña posada que estaba a dos calles de distancia de allí, justo en la esquina. No había campanilla, así que esperó a que alguien le atendiera.

-¿Desea algo el señor?

-Sí, una habitación con baño propio. Necesito descansar tras un largo viaje. Si está todo correcto me quedaré un par de semanas. Ah, querría que el balcón diese a la calle principal.

-A la avenida, quiere decir el señor… señor…

-Oh, disculpe. Montalvo, Don Gonzalo Montalvo.

-Como desee, Sr. Montalvo. Sea bienvenido a la Pensión Kolomayo. Como acaba de terminar el carnaval tenemos casi todas las estancias disponibles… Le prepararemos la suite.

-Perfecto, necesito darme una ducha. No hay problema en que se hospede mi perrito, ¿verdad?

-Nada, nada… simplemente un pequeño suplemento…

-Ejem, ejem…

-Estoooo… no, decía que ambos son bienvenidos al momento… sí, eso decía… Ambos, los dos… Habitación 13, primer piso. Que pasen una feliz estancia…

Tintín dio media vuelta y se sonrió al ver la reacción del posadero. La sonrisa se borró en el acto al recordar a Alain Boullu. “Pronto se hará justicia”, pensó.
Subió al primer piso y entró en la habitación 13. Se asomó al diminuto balcón y comprobó que se veía perfectamente la entrada principal del palacio presidencial.

-Vamos a descansar unas horas, Milú. Después iremos a hablar con el general Alcázar, tengo muchas cosas que preguntarle.


Eran las 15 PM, había dormido poco pero había descansado mucho. Con un traje de verano y un elegante sombrero de fieltro, Tintín se encontraba junto a la puerta de entrada al palacio presidencial. Dos militares la vigilaban fusil en mano. Cuando se dispuso a entrar ambos militares se lo impidieron cerrándole el paso.

-¡Adónde se cree que va el señorito! ¡Identifíquese!

-Buenos días. Soy Don Gonzalo Montalvo, comerciante español. Desearía entrevistarme con el general Alcázar.

-Pues me parece que no va a tener el chance de hacerlo, el general se encuentra indispuesto estos días. Venga más adelante, en un par de meses…

-Disculpe que insista… vengo expresamente de España para entrevistarme…

-Vaya, compadre, parece que el señorito no entiende nuestro idioma. Le vuelvo a decir que no va a tener el chance de hacerlo. Márchese por donde ha venido y no busque problemas, que por aquí es muy fácil encontrarse con ellos.

-Oh, perdone. Tal vez no me he expresado correctamente. El general Alcázar, gran amigo mío, tenía previsto entrevistarse conmigo…

El soldado encañonó a Tintín y lo miró con gesto amenazante. Milú le gruñó. El otro soldado encañonó a Milú.

-Compadre, mire por dónde va a resultar que ya llegó el pesadito del día. Es la ultimita vez que se lo digo. Ándese de vuelta por donde ha venido si no quiere dormir en el calabozo, “señorito”.

Tintín le aguantó unos segundos la mirada del soldado y después decidió volver a la pensión.

-Tranquilos. Sólo intentaba hacer mi trabajo al igual que ustedes están haciendo el suyo. Disculpen las molestias, nos vamos. ¡Venga, Milú!

-Sí, es lo mejorcito que puede hacer, irse para no volver. Porque si vuelve, la próxima vez no seremos taaaaan amables, ¿comprende?

Tintín y Milú volvieron a la pensión pero rodeando un par de manzanas. Visto lo visto, cualquier precaución era poca.
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Re: Buff, me he desvelao

Post by zafiret » 03 Feb 2011, 22:14

El reloj marcaba las 22 PM. La noche era muy cerrada y en la calle hacía el frío suficiente como para no salir sin un abrigo. Tintín, con su suéter azul y sus vaqueros marrones, se enfundó la gabardina y salió de la pensión evitando ser visto. Cruzó la calle escondiéndose entre los coches y se pegó a la valla del palacio presidencial. Desde allí podía ver perfectamente a los dos militares, pero ellos no podían verle a él. Miró hacia la puerta de la pensión y emitió un silbidito en cuanto apenas perciptible.

-Vamos, Milú. Tu turno.

Milú salió corriendo de la pensión y cruzó la desierta calle. Se dirigió hacia los dos soldados, que no eran los mismos que se habían encontrado antes, y empezó a rondarles. La soledad de la noche y el aburrimiento hizo que ambos se quedaran embobados viendo a Milú, quien desplegó todo su repertorio de zalamerías. Pero Tintín no encontraba el momento de saltar dentro del jardín, así que Milú cambió de estrategia. Se arrimó a uno de los soldados y le orinó encima en las botas.

-Hijo de la gran chingada… Agggh, pero sarnoso… fuera de aquí, ¡fuera chucho!

Se montó una algarabía tremenda. Uno de los soldados perseguía a Milú para darle un puntapié mientras el otro no podía reprimir las carcajadas ante semejante escena.

-Ahora o nunca.

Tintín saltó la valla metálica y se escondió detrás de un árbol. Lo más difícil estaba hecho. Tuvo el tiempo justo de asomarse y ver que Milú se había puesto a salvo. Sin hacer el menor ruido fue dando la vuelta al edificio hasta llegar a la parte trasera, donde la valla estaba más pegada a la pared. Con mucha prudencia fue asomándose a las ventanas, hasta que encontró una que estaba entreabierta. Vio que no había luz dentro y que las cortinas estaban corridas. Muy despacio empujó la ventana, que se fue abriendo lentamente. Ya estaba dentro.

Se dirigió hacia la puerta de la habitación. Por fortuna no estaba cerrada con llave. Abrió un poquito para ver el exterior. Nadie. Salió a un pasillo con muy poca iluminación. Cada 5 ó 6 metros había una estatua. Entre sombras fue avanzando. De repente se encendió la luz. Tuvo el tiempo justo de ocultarse tras la estatua de un obeso señor uniformado.

-No sabemos cuánto tiempo más podremos mantener esta farsa.

-El pueblo empieza a rumorear… pueden haber levantamientos.

-Hay que evitarlo como sea, pero… ¿cómo?

-Los médicos no saben qué hacer, los curanderos no encuentran remedio… nadie sabe lo que le puede haber pasado.

Pasaron de largo. Tintín reconoció al general Álvarez. Cuando se apagó la luz de nuevo continuó hasta el final del pasillo donde había una escalinata por la que subió al piso superior. Pronto encontró lo que buscaba, una habitación fuertemente custodiada por dos soldados.

-Tiene que estar ahí. ¿Cómo podría entrar sin ser visto? Hmmm… tengo que intentarlo.

Con muchísima prudencia entró en una habitación. Estaba vacía. Abrió la ventana y se asomó. Había una estrecha cornisa que rodeaba el edificio. Cuidadosamente salió y se deslizó por ella. Pronto llegó a la habitación que custodiaban los soldados. Dentro, cómodamente sentado en una butaca y a la tenue luz de una lamparilla, estaba el general Alcázar leyendo un libro. Tintín empujó la puerta de la ventana lo suficiente como para entrar sin hacer ruido. Quedó escondido detrás de la cortina.

-Pssst, general… pssst, general… Soy yo, Tintín. Quería hablar con usted.

El general no se inmutó, siguió leyendo sin hacerle el menos r caso. De puntillas, para que no lo oyeran los guardianes, se acercó al general Alcázar.

-Pssst, general…

Alcázar estaba totalmente inerte, con la mirada perdida. Parecía que estaba leyendo pero realmente estaba totalmente abstraído. Tintín le tocó el hombro y no recibió ninguna contestación, ningún movimiento, nada.

-¿Se encuentra bien, general?

De repente, el general Alcázar empezó a susurrarle.

-Chsssst, no te muevas…

-¿Cómo?

-Que no te muevas.

-Pero…

-Chsssst.

-General, necesito…

-¡¡¡Hala!!! Ya t´has movío. Jolín, que estaba jugando a pollito inglés… Pues ahora te toca pagar a ti, pelopincho.

-No grite, general, que nos van a oir…

-Venga, contra la pared y a contar…

-Pero… ¿qué le pasa?

-Bueno, pues cuento yo, hala ¡UN! ¡DOS! ¡TRES! Pollito inglés.

La puerta comenzó a abrirse. Tintín tuvo el tiempo justo de meterse debajo de la cama.

-Tiene visita, general.

-¡Bieeeeen! Vi-si-ta, vi-si-ta…

Tintín no pudo ver quién entraba, pero reconoció la voz del coronel Álvarez. Quien le acompañaba se dirigió al general Alcázar.

-¿Cómo estás, hijo?

-Muy bien, Papi, jugando con mi nuevo amiguito.

-¿Qué amiguito? ¿A qué juegas?

-Al pollito inglés con pelopincho, pero siempre gano yo…

-Se da cuenta, señor Bazaroff. No hay manera de que recupere la consciencia. No sé qué puede haberle ocurrido…

-Déjeme a solas con mi yerno, por favor. Serán sólo unos minutos.

El coronel Álvarez salió, cerrando tras de sí.

-Bueno, bueno… Pobrecito… Hale, a lavarte los dientes…

-Pero papiiiii, un poquito más…

-Hazme caso, a lavarte los dientes y a dormir.

El general se metió en un pequeño baño que había al fondo de la habitación. Basil Bazaroff apoyó su maletín sobre la cama y abrió los cierres. Instantes después se dirigió hacia el baño con una jeringuilla sin aguja en la mano.

-Tómate el jarabe, que te hará sentir mejor.

-Porfiiiii, Papi. No me gusta el jarabe. Está amargo.

-Venga, tómatelo, que es por tu bien.

Tintín se asomó a la superficie del colchón y palideció al ver el nombre de “jarabe” que le estaban dando al general Alcázar: Radjaidjah. Basil Bazaroff lo estaba envenenando, volviéndolo loco poco a poco. Seguramente habrían descubierto su doble juego y tomaron represalias. Todo encajaba ahora. Por eso la emboscada… la muerte de Alain.

Tintín salió sin hacer ruido por la ventana y se deslizó por la cornisa a la habitación de al lado. Allí se sentó unos segundos para aclarar sus ideas.
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Re: Buff, me he desvelao

Post by Bigtwin1000 » 05 Feb 2011, 13:05

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Re: Buff, me he desvelao

Post by zafiret » 05 Feb 2011, 14:50

Eran casi las 10 AM del día 8 de mayo.Basil Bazaroff salió del palacio presidencial con paso rápido. Parecía tener mucha prisa. De hecho, si su edad se lo hubiese permitido seguramente habría ido corriendo. Un gran coche negro le esperaba aparcado en la misma puerta. El chófer le esperaba con la puerta abierta y la cerró tras él. Ya sentado dentro, Basil Bazaroff sacó de su maletín un par de cartas y empezó a leerlas. El chófer subió al coche, se colocó la gorra y arrancó.

-¿Adónde le llevo, señor?

-¿Cómo? Tú no eres Carlos...

-No, señor. Carlos ha pasado muy mala noche, una intoxicación creo que ha sido. Me llamo Lorenzo, Lorenzo Mengual. Hoy seré su chófer.

-Está bien, está bien. Vaya por la interestatal hasta la vieja fábrica de refrescos. Allí pararemos, justo al lado del poste de teléfono.

El coche se puso en marcha rumbo al sitio en cuestión. En el primer semáforo una pandilla de críos armados con cubos llenos de jabón y esponjas les salió al paso, entreteniéndolos un par de minutos mientras les limpiaban los cristales y los faros. Tras el pago de la pertinente “limosna” se reinició la marcha y en menos de treinta minutos habían llegado al sitio fijado.

Basil Bazaroff salió del coche y se colocó junto a la ventanilla del conductor. La golpeó con los nudillos para que el chófer la bajara.

-Dígame, señor.

El chófer notó el frío del cañón de un revólver al apoyarse en su frente.

-Baje del coche.

-Pero señor…

-¡He dicho que baje del coche!

El chófer bajó sin rechistar, temblando, sin apartar su mirada del cañón del revólver. Basil Zaharoff se separó un par de metros.

-Dígame quién es usted.

-Ya se lo dije antes, soy Lorenzo Mengual, estoy sustituyendo a Carlos.

-No me mienta o le pego dos tiros aquí mismo.

-Se lo juro, señor. Soy Lorenzo…

-¡Quién le envía!

-No entiendo…

-Deme su documentación, ¡ahora!

El chófer hizo ademán de sacarse la documentación del bolsillo interior de su chaqueta.

-¡Quieto! Quítese la chaqueta y láncela al suelo.

Basil Bazaroff se agachó sin dejar de apuntarle y sacó la documentación del bolsillo.

-Vaya, vaya… así que Lorenzo Mengual… la foto no me dice lo mismo…

-No, déjeme que le explique… Lorenzo llegó ayer muy tarde y borracho y esta mañana le han llamado… y no podía… y necesitamos el dinero… yo soy Juan, su hermano…

-Por última vez, ¡quién le envía!

-Se lo juro que yo no… no, piedad…

Un certero culetazo en la cabeza lo dejó inconsciente tirado en el suelo. Basil Bazaroff le lanzó encima la documentación… Se acercó al poste de teléfono y marcó un número.

-¿Coronel Sponsz? Soy Basil Bazaroff. Sí, ya sé que debería estar ahí, pero me ha surgido un asunto que he tenido que resolver. Desde que descubrimos que Alcázar era un infiltrado tengo la sensación permanente de que me siguen… Bueno, ¿ya están todos? Perfecto, en veinte minutos llego… Que vayan descargando la mercancía, a los compradores no les gusta esperar… Amaïh.

Colgó el teléfono, se subió al coche y se marchó a toda prisa. Por suerte no reparó en un pedazo de gabardina color beis que se había quedado fuera del maletero al cerrarlo de forma precipitada.
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Re: Buff, me he desvelao

Post by zafiret » 06 Feb 2011, 10:07

El coche se detuvo y Basil Bazaroff bajó corriendo, dejándose las llaves en el contacto. Tintín esperó un tiempo prudente y abrió lentamente el maletero. Se asomó y vio que estaba dentro de una nave enorme, una especie de hangar. Salió y se agachó, buscando después un lugar que le permitiera hacerse un mapa del sitio. Milú saltó del maletero y se colocó justo al lado de Tintín.

-Ssssssh. Silencio, Milú. Voy a echar un vistazo. Métete debajo del coche y espérame aquí.

Junto al de Basil Bazaroff había aparcados cuatro coches más. Escondiéndose en ellos Tintín consiguió llegar a unas planchas blancas que había amontonadas bajo una escalera metálica por la que se accedía a una especie de oficina abandonada, a unos diez o quince metros del suelo. Subió con cuidado de no ser visto. La puerta estaba cerrada con llave, pero empujó una de las ventanas batientes y entró. Desde allí pudo comprobar que estaba en un viejo hangar de aviones, con partes de ellos amontonadas en las paredes, hélices, motores, ruedas, planchas, asientos… El techo, muy alto y de uralita, tenía algunos agujeros propios de su antigüedad. Las interminables paredes tenían en su parte más alta unos enormes ventanales que dejaban entrar la luz, proporcionando una claridad excelente en el interior. Echó una ojeada por la oficina. Colgada en una percha había una casaca de la ZEP. Sin duda era el despacho del coronel Sponsz. Se aseguró de que no viniera nadie. En la otra parte del hangar veía movimiento, así que pudo mirar con más tranquilidad. Revolvió los cajones, encontró armas, listados de clientes, direcciones, nombres de contactos de casi todos los países, fechas, números de cuentas bancarias… No quería perder demasiado tiempo, pues quería acercarse a la reunión que estaba manteniéndose entre Basil Bazaroff, el coronel Sponsz y los demás. Cogió todo lo que le pareció interesante y se lo guardó en los bolsillos de la gabardina. Después salió de la oficina y bajó.

Había tantas piezas de aviones amontonadas en las paredes que le fue relativamente fácil llegar a escasos metros del grupo de personas.
Basil Bazaroff llevaba la voz cantante es ese momento.

-… y creemos que el negocio está siendo ejecutado de una manera magistral. Actualmente contamos con una extensa flota de vehículos de lujo preparados para ser utilizados.

-Ya, ya… todo eso está muy bien, pero creo que el hecho de transportar la mercancía en unos envases tan valiosos puede ser contraproducente para la operación en sí.

-Tranquilo, señor Yamato. Lo tenemos todo controlado y previsto. Tenemos infiltrados en la mayoría de cuerpos de seguridad de los países implicados. En su caso, el señor Dawson sigue teniendo contactos en Shanghai que nos facilitan muchísimo las cosas. Transmítale calma absoluta a su jefe.

-La gran ventaja de esta operación es el factor despiste. Todos buscan coches de lujo, no la verdadera mercancía.

-Mi señor, el gran jeque Bab el Ehr desconfía. El doctor Müller siempre anda por el filo de una navaja y puede dar al traste con tan interesante negocio. Para que el gran jeque siga financiando la operación necesita la seguridad de que Mohammed Ben Kalish Ezab será suprimido.

-Transmítale al gran jeque que el doctor Müller cumplirá su parte del trato. De hecho, gracias al veneno que nos ha proporcionado el señor Yamato, el hijo del emir ya ha enfermado al igual que lo ha hecho el traidor de Alcázar, ¿verdad Basil?

-Verdad, coronel.

-Bien, vayamos pues a ver las muestras, que ya por sí mismo valen su peso en oro…

Tintín no salía de su asombro. Yamato, el que fuera mano derecha del señor Mitsuhirato, Bab el Ehr, el doctor Müller, Dawson… además de Sponsz y Bazaroff. Y metidos de por medio Ben Kalish Ezab, Abdallah y el general Alcázar. No le dio tiempo a pensar más, pues el grupo estaba desplazándose hasta el final del hangar. Allí había tres coches de lujo imponentes.

-Bien, aquí están. Tres cochazos de lujo… que a ninguno de los presentes le interesan lo más mínimo. Pero fíjense.

Basil Bazaroff se acercó a uno de los coches y golpeó con los nudillos en una aleta.

-En este caso es opio, opio totalmente compactado y moldeado con exactitud tal como la carrocería de este flamante coche. Una vez esta preciosidad llegue a su destino se procederá a limpiar la laca con color que lo recubre, a desmontar toda la carrocería y a fundirla de nuevo.

-El plan es perfecto ¿Quién va a sospechar de un coche de lujo? Nadie. La atención queda desviada con los hurtos de los vehículos mientras el tráfico de sustancias queda totalmente camuflado. Ellos buscan coches, nosotros les colamos mercancía. Y la ventaja más grande de todas, se puede transportar por mar y por carretera sin despertar sospechas.

-¿Y este otro?… heroína. ¿Y aquél?… Aquél nada, es un encargo del cerebro de toda la operación: Omar Ben Salaad.

-Amaïh.

Tintín se había quedado de piedra. ¡Cómo les habían engañado! Meses investigando a Allan Thompson y su red delincuente… ¡que ha resultado ser una tapadera! Ya había oído todo lo que quería. Con sumo cuidado volvió sobre sus pasos. Pero ocurrió lo inevitable. Tintín tropezó con una pila de chapas y éstas cayeron haciendo un ruido espantoso.

-¿¡Quién anda ahí!?

-¡Alto o disparo! Por los bigotes de Plezkszy-Gladz…

Tintín empezó a correr hacia el coche y el coronel Sponsz disparó. Ninguna bala le alcanzó, pero sacó su revólver e hizo tres disparos al techo para ganar tiempo.

Basil Bazaroff y los clientes se ocultaron tras los coches, el coronel Sponsz se atrincheró tras unas hélices de avión y comenzó a disparar de nuevo. Tintín ya estaba llegando al coche.

-Milú, arriba, entra en el coche…

Arrancó bruscamente y salió marcha atrás. El coronel Sponsz aún hizo unos disparos. Uno de ellos dio en el cristal delantero sin alcanzar a Tintín, quien salió a toda velocidad no sin antes disparar a las ruedas de los otros coches que había aparcados.
Tras un corto camino de tierra salió a una carretera asfaltada. De momento se había puesto a salvo, pero… ¿le habrían reconocido?
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Re: Buff, me he desvelao

Post by Bigtwin1000 » 06 Feb 2011, 12:25

Te voy a decir una cosa... cuando yo leía mis tintines tenia otra edad... a ver si con estos "picos emocionales" en la aventura... me vá a terminar dando algo :mrgreen: :mrgreen: :mrgreen:


:adorar: :adorar: :adorar: :adorar:

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Re: Buff, me he desvelao

Post by Tornasola » 06 Feb 2011, 15:35

A mi no me quedan uñas, ... :no:

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Re: Buff, me he desvelao

Post by zafiret » 07 Feb 2011, 00:23

Doce de mayo. El capitán Haddock estaba sentado en la escalera de la espectacular pirámide pazteca de Trenxcoatl. Había recorrido en taxi la distancia que separaba esta hermosura arquitectónica y Alcazarópolis. A pesar de estar ubicada en mitad de la selva, hacía un calor asfixiante.

Allí no había nadie, ni siquiera se oían ruidos de los animales de la selva. Nada, solo el silencio, el inquietante silencio. El capitán miró su reloj. Eran ya más de las diez. Ya empezaba a impacientarse cuando oyó el rumor de un vehículo que poco a poco se fue acercando, hasta que pudo distinguir un destartalado todoterreno pintado con los colores de camuflaje que se detuvo a pocos metros sin parar el motor. Se abrió la puerta del conductor y bajó Tintín, con barba de varios días y un atuendo más propio de un Pícaro de Alcázar. Milú saltó tras él y corrió hacia el capitán.

-¡Mil rayos! Tintín… grumetillo de tres al cuarto… me tenías muy preocupado.

-Capitán, ha venido…

-Pues claro que sí, mil millones de rayos y truenos.

-Venga, suba… este no es un lugar seguro. ¿Le han seguido?

-Rayos y centellas, pues claro que no… He venido solo.

-Bien. Iremos a la pensión y le contaré todo lo que he descubierto por aquí.

El todoterreno se puso de nuevo en marcha, pero cuando aún no habían recorrido ni cien metros sonó un certero disparo que impactó en una rueda delantera. Tintín perdió el control del vehículo, que fue a estrellarse contra un árbol.

-Rápido, capitán, salga del vehículo. Nos estaban esperando…

Medio aturdidos por el golpe, Tintín y el capitán Haddock salieron y se atrincheraron como pudieron, utilizando las puertas como escudo por si les volvían a disparar.

-Creo que le han seguido, capitán.

-¡Rayos y truenos! No me he dado cuenta. Por eso ni siquiera cantaban los pájaros…

-No se preocupe, desde que descubrieron que Alcázar era un infiltrado redoblaron las precauciones.

Se oyó una voz que resonó con fuerza.

-Salgan con las manos en alto. Están en poder de las fuerzas del orden de Alcazarópolis.

-Mil millones de millares de naufragios, somos simple turistas, ¿qué mal hemos hecho? Exigimos que se nos deje…

Un disparo rompió el cristal de la puerta del capitán Haddock. No se andaban con bromas.

-No se lo voy a repetir. Salgan con las…

Silencio, la frase quedó inacabada y otra voz distinta se oyó en su lugar.

-¡Tintín! ¡Capitán! Pueden salir tranquilamente. El tirador ha sido reducido.

-Yo aún diría más, el tirador ha sido definitivamente reducido.

Esas voces les alegraron sobremanera. Aun así, fueron asomándose con mucha prudencia hasta que vislumbraron la silueta de los detectives Hernández y Fernández dirigiéndose hacia ellos.

-¡Mil millones de rayos, truenos y centellas! Me alegro de verles por aquí. Pero, ¿qué hacen ustedes dos aquí?

-El teniente Bellier nos ordenó que le siguiéramos para protegerle, esta zona es muy peligrosa y…

Milú su puso a ladrar de contento, dándoles vueltas a los detectives.

-Vaya, capitán. Menos mal que no le habían seguido… ¿Quién era el tirador?

-Verán. Todas las entradas y salidas del país están muy vigiladas. El capitán, desconocedor de cómo están las cosas, se confió en exceso. Cuando llegó al aeropuerto fue inmediatamente reconocido y le pusieron vigilancia. Nosotros, que llegamos de incógnito, nos dimos cuenta y también nos pusimos a seguirle. Pero no a usted, sino a su perseguidor.

-Nuestras órdenes eran no tomar parte a no ser que fuera estrictamente necesario. Es por eso que nos limitamos a vigilar a su perseguidor. No tuvimos más remedio que actuar…

-Y menos mal, ¿verdad, capitán?

-¡Mil rayos! He estado a punto de estropearlo todo…

-Creo que deberíamos irnos. Este no es un sitio seguro, máxime cuando ha habido disparos. Este lugar será pronto un hervidero de pistoleros.

-Ustedes cojan el Jeep del tirador, que está aparcado unos metros más arriba. Con un poco de suerte tendrá emisora y podrán averiguar algo. Nosotros les seguiremos con nuestro coche.

Amordazaron fuertemente al tirador y lo metieron en el portaequipajes del Jeep. Luego cogieron ambos vehículos y emprendieron el regreso hacia Alcazaróplis. Efectivamente, había una emisora que el capitán intentó hacerla funcionar. Pasaron junto al todoterreno de Tintín, que se quedó allí, empotrado contra un árbol. Pero Tintín tuvo un descuido en forma de olvido que a buen seguro le iba a causar problemas.
Last edited by zafiret on 07 Feb 2011, 21:50, edited 1 time in total.
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Bigtwin1000
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Re: Buff, me he desvelao

Post by Bigtwin1000 » 07 Feb 2011, 00:42

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:bien:

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