Muganga
Posted: 28 Jul 2008, 12:12
Muganga -en suajili, “el que cura”- es el hechicero de la tribu congolesa de los babaorom, aunque Hergé nos lo presenta con un tocado entre culinario y barberil que a primera vista lo convierte en un personaje ridículo, realmente debe tratarse de uno de los mayores asesinos que aparece en las Aventuras de Tintín.
Él mismo confiesa pertenecer al movimiento aniota, una secta basada en la religión animista que probablemente se creó en el siglo XVIII y cuyas actividades se extendieron hasta 1936. El término “aniota” puede provenir del verbo “nyoto” que significa “arañar” pero la tradición popular lo relaciona con un tal Aniota que seguramente pudo haber sido uno de los fundadores de la secta.
En un momento dado la vida de Muganga dio un vuelco. Siendo muy joven, justo después de ser circuncidado la sociedad secreta Mambela lo captó como uno de los candidatos a convertirse en un aniota u hombre-leopardo. Fue separado de su familia y llevado a la selva junto con otros neófitos donde, durante meses, se le sometió a diferentes y dolorosas pruebas que obligatoriamente tuvo que ir superando una a una y que pudieron haberle costado la vida, ya que si no las hubiese pasado habría muerto abandonado, porque simplemente no habría servido para su cometido y no hubieran tenido piedad de él. Una de las pruebas consistió en matar a alguien de su círculo más próximo y simular que lo había hecho un leopardo.
Una vez superadas las pruebas y después de aprender a rugir como un leopardo Muganga se convirtió en un aniota.
En adelante el trabajo de Muganga consistió en el de un asesino a sueldo dentro de una banda criminal. Su misión era atacar las aldeas que se negaban a reconocer la autoridad de los jefes mambelas locales, o a pagar los impuestos que estos les exigían y en asesinar a los jefes tribales que aceptaban las costumbres de los blancos.
Para internalizar el poder del felino Muganga asesinaba disfrazado de leopardo, incluso con máscara para de paso ocultar su identidad, también llegó a dejar pelo de leopardo y a estampar huellas simuladas en torno a su víctima empleando un palo tallado.
Muganga usaba garras metálicas y diferentes tipos de armas cortantes como las que se muestran en las siguientes imágenes ideadas para que la muerte pareciera causada por un leopardo. Con ellas producía graves heridas en el cuello y en el pecho e incluso amputaba partes del cuerpo por lo que a menudo podía hacer desaparecer las extremidades o la cabeza de sus víctimas.
A veces también sembró el terror en alguna tribu, para de esta forma conseguir que su jefe perdiera prestigio por su incapacidad para proteger a su pueblo, por lo que era derrocado, provocando inestabilidad política, circunstancia que los hombres-leopardo aprovechaban para hacer crecer el poder de su organización.
Seguramente de esa manera Muganga llegó a convertirse en el hechicero de los babaorom. En esa época los personajes que desempeñaban un papel más o menos misterioso, eran importantísimos en la vida del indígena, ya que sus brujerías y argucias les proporcionaban en grado sumo lo que pudiéramos llamar “influencia política”, hasta el punto de llegar a impartir justicia entre los miembros de la tribu. Era, pues, un rol muy importante el que tenía Muganga entre los babaorom ideal para continuar medrando y seguir de modo cruel contra el pueblo conspirando, para seguirlo explotando... ¡y en eso llegó Tintín!
Desde el momento del arribo de Tintín al poblado, Muganga vio en peligro su status, y trató de librarse de él de diferentes formas, pero no sólo no lo consiguió sino que, en un alarde de ingenuidad hergeniana, terminó ofreciéndosele como esclavo. En este punto dejamos de seguirle la pista al hechicero, pero no sería de extrañar que tras la marcha de Tintín hubiese continuado con sus actividades criminales.
Hasta pronto
Él mismo confiesa pertenecer al movimiento aniota, una secta basada en la religión animista que probablemente se creó en el siglo XVIII y cuyas actividades se extendieron hasta 1936. El término “aniota” puede provenir del verbo “nyoto” que significa “arañar” pero la tradición popular lo relaciona con un tal Aniota que seguramente pudo haber sido uno de los fundadores de la secta.
En un momento dado la vida de Muganga dio un vuelco. Siendo muy joven, justo después de ser circuncidado la sociedad secreta Mambela lo captó como uno de los candidatos a convertirse en un aniota u hombre-leopardo. Fue separado de su familia y llevado a la selva junto con otros neófitos donde, durante meses, se le sometió a diferentes y dolorosas pruebas que obligatoriamente tuvo que ir superando una a una y que pudieron haberle costado la vida, ya que si no las hubiese pasado habría muerto abandonado, porque simplemente no habría servido para su cometido y no hubieran tenido piedad de él. Una de las pruebas consistió en matar a alguien de su círculo más próximo y simular que lo había hecho un leopardo.
Una vez superadas las pruebas y después de aprender a rugir como un leopardo Muganga se convirtió en un aniota.
En adelante el trabajo de Muganga consistió en el de un asesino a sueldo dentro de una banda criminal. Su misión era atacar las aldeas que se negaban a reconocer la autoridad de los jefes mambelas locales, o a pagar los impuestos que estos les exigían y en asesinar a los jefes tribales que aceptaban las costumbres de los blancos.
Para internalizar el poder del felino Muganga asesinaba disfrazado de leopardo, incluso con máscara para de paso ocultar su identidad, también llegó a dejar pelo de leopardo y a estampar huellas simuladas en torno a su víctima empleando un palo tallado.
Muganga usaba garras metálicas y diferentes tipos de armas cortantes como las que se muestran en las siguientes imágenes ideadas para que la muerte pareciera causada por un leopardo. Con ellas producía graves heridas en el cuello y en el pecho e incluso amputaba partes del cuerpo por lo que a menudo podía hacer desaparecer las extremidades o la cabeza de sus víctimas.
A veces también sembró el terror en alguna tribu, para de esta forma conseguir que su jefe perdiera prestigio por su incapacidad para proteger a su pueblo, por lo que era derrocado, provocando inestabilidad política, circunstancia que los hombres-leopardo aprovechaban para hacer crecer el poder de su organización.
Seguramente de esa manera Muganga llegó a convertirse en el hechicero de los babaorom. En esa época los personajes que desempeñaban un papel más o menos misterioso, eran importantísimos en la vida del indígena, ya que sus brujerías y argucias les proporcionaban en grado sumo lo que pudiéramos llamar “influencia política”, hasta el punto de llegar a impartir justicia entre los miembros de la tribu. Era, pues, un rol muy importante el que tenía Muganga entre los babaorom ideal para continuar medrando y seguir de modo cruel contra el pueblo conspirando, para seguirlo explotando... ¡y en eso llegó Tintín!
Desde el momento del arribo de Tintín al poblado, Muganga vio en peligro su status, y trató de librarse de él de diferentes formas, pero no sólo no lo consiguió sino que, en un alarde de ingenuidad hergeniana, terminó ofreciéndosele como esclavo. En este punto dejamos de seguirle la pista al hechicero, pero no sería de extrañar que tras la marcha de Tintín hubiese continuado con sus actividades criminales.
Hasta pronto
